A ll p a   S i j ll a. ( Tierra Bonita )

sábado, noviembre 24, 2007

Lagunas Míticas Cuicocha - Mojanda
La propuesta esa tarde era por la caída del sol sobre la mítica Cuicocha.
El tiempo y el tráfico nos jugó en contra por lo que optamos por la caminata nocturna junto al borde de la laguna, bueno más exactamente por el filo del cráter. Igual de espectacular pues la luna llena alumbraba sutilmente el sendero. Allá atrás, muy atrás, quedaba el ruido citadino y las luces extenuantes de la ciudad. Sobriamente nos conducíamos con linternas y de a fila india para llegar al sitio propuesto para acampar. La pendiente fácilmente fue superada con todo y la neblina que se arrejuntaba por doquier. Caminar en la noche, es una aventura diferente donde todo llega a sorprenderte e incluso a intimidarte. El automotor, que se había adelantado, esperaba con el equipo de acampada. Le dimos alcance en el punto acordado y de ahí avanzamos un tramo corto para armar el campamento. En poco tiempo y sin importar la noche, nuestro refugio lucía propicio para acogernos. Entonces el hambre más el frío que inquietaban, pero claro que una fogata fue construida la cual junto a la comida compartida daban ese calorcito necesario. Incluso el baile aparecía al son de tonos de celular y la luna llena que modestamente se dejaba ver. La noche pasó entonces de a poquito, pero que larga se hizo por los extraños sonidos o la lluvia o las conversaciones, que el frío daba pie, de cualquier forma algunos si dormían porque se los escuchaba claramente. En la mañana, más dispuestos, calentamos el desayuno desarmamos el campamento y continuamos el sendero. Poco a poco la laguna se despejaba para mostrar su belleza natural, como no imaginar que es mágica y que si le lanzas una moneda con mucha fe se te hace el milagrito. Que ganas de algún rato acampar en esos islotes, lástima que la misma mano del hombre haya provocado su prohibición. Continuando el sendero encontramos otros aventureros que iban en sentido contrario, llegamos al camino principal con cientos de fotos en nuestra retina, no estuvo fuerte la caminata se escuchaba. Nuevamente el bus y de ahí rumbo a Otavalo. Parqueamos junto a la feria artesanal y a almorzar se ha dicho. Algunos le hicieron el gasto a los artesanos pero en poco tiempo retornamos al automotor pues la mítica y princesa Mojanda nos esperaba. El camino para el bus era corto y el paisaje “mucho bueno” como diría un amigo, llegamos a la laguna grande de Mojanda, para nosotros han pasado dos años desde la última vez que anduvimos por aquí que fue donde empezó todo, inolvidable el volver. Bueno prosiguiendo, el camino ahora era para echarle una mirada a la Yanacocha (Laguna negra). Es cerca les decimos, todos nos enrumbamos por los pajonales a la vista de un par de pescadores y rodeando las orillas de la Caricucha (Laguna grande) que nos muestra sus azules colores, como mostrando que juega con los rayos de sol. En poco tiempo llegamos y luce estupenda desde donde la apreciamos, para nosotros el premio es ese colchoncito de paja en el que nos acomodamos para descansar e integrarnos con el entorno. Ahora si sólo queda regresar al transporte y la caminata esta concluida, de ahí es cuestión de par de horas y en Quito. Siniguales espejos de agua hemos contemplados en esta travesía, el lugar increíble en toda su extensión, buen pretexto para sentir la magia que brinda y el cuidado que necesita nuestra pachamama.

sábado, septiembre 29, 2007

Caminando por el Pasochoa . . .
13 sentidos de a 5 por cabeza se reunieron esa mañana un tanto audaz y casi octubrina. Ni que decir del locomotor que ahora daba pie de extensa comodidad a los suscritos. En la autopista ya el reencuentro con la serena calma de lo entretejido en otros sitios junto a los sabores acontecidos daban una idea de lo que estaba por venir. Entonces como no contar cada experiencia y el multidiverso punto de vista que éramos en aquel transporte escolar que subía y trepaba por un empedrado cerca de la reserva del Pasochoa. Y cada quien su historia, mientras el té de coca era servido so paciencia de lo caliente y variable del camino, ¿preparación?, ¡Sí! eso era, la altura sería solventada con cucayo ancestral y caliente. Para no tener problemas coyunturales nada como un calentamiento, mismo que logra esbozar cómplices sonrisas. Junto al sitio de frente el camino y una visión de uno de los picos del cráter, “cerca” no es la palabra que se viene a la mente, allí la calma soledad de la montaña se rompe de a pie, nuestro avance es tenue, la prisa no ha sido invitada a estas horas tempraneras. Letreros muestran lo prohibido que se ha vuelto cruzar aquellos senderos, el alambre de púas delimita muchos sitios pero no impide continuar, lo saltamos o lo pasamos por debajo y listo. Ya es una hora de caminata tiempo de tomar un descanso para compartir lo que se pueda, aparecen chochos, tostado, caramelos, chocolates, agua, etc., el paisaje con ayuda del clima llama a contemplaciones, buen momento para capturarlo. El pico visto hace un rato aparece mas claro pero no tan cerca, pensar que ese no es al que vamos sino al siguiente del siguiente. Aparecen unos jinetes y sus rebaños de toros que causan temor a más de uno y el camino que ahora se inclina promontoriamente, uno toma la punta y encabeza la fila a paso veloz, “detrás de la alambrada Huguito ahí detente”, “¿Qué?, no te oigo”. Otra casi hora ha pasado, el viento nos da la bienvenida y ya el primer pico ha sido alcanzado, abajo todo lo que subimos luce como un valle plano. Ahora el camino es bordeando la base de los picos, caminamos por los pajonales ya con facilidad, mientras no aparecen las empinadas cuestas del sendero que de a gatas subimos. En la base de la roca una pequeña clase de escalada y para arriba, luce difícil, cada paso se complica pero esto solo hasta entender la técnica, sin embargo siempre hay manos de apoyo para que todos lo hagamos. La cima, el lugar en la herradura que es el cráter del Pasochoa, aparece singularmente espléndido, entonces es tiempo, cada cual con su lunch y la mesa que se sirve, compartir entonces llega a ser tan único en estos sitios. Para la siguiente cima, nos apuntamos cinco, esto ya se convierte en pasional. Unas llamas nos encontramos por el camino que sube y baja pero bordea los picos dejando contemplar el barranco y sus precipicios. La distancia no es corta pero la aventura es intensa, llegamos a la cima y nos place seguir a la siguiente. El otro grupo ya ha comenzado a bajar, hacemos lo mismo pero acelerando el paso para alcanzarlos, el paisaje por estos lugares ya es de postal, un par de cerros después y estamos todos otra vez, de allí bajamos sorteando el camino que en parte lo conocemos; un par de descansos donde con naturalidad nos recostamos sobre la paja para captarnos del sitio. El transporte espera en el sitio indicado y de a poco llegamos, algo fatigados pero con el placer de una nueva experiencia en nuestra bitácora personal.

domingo, septiembre 02, 2007

Lita y sus Cascadas,
Lindero de la Cotacachi – Cayapas.

"El sector de Lita constituye el sitio geográfico de confluencia de tres provincias: Imbabura, Carchí y Esmeraldas, ubicado en la zona de amortiguamiento de la Reserva Ecológica Cotacachi – Cayapas. . ." Singular presentación del lugar daba pie a imaginarse la aventura que sería visitarlo. La invitación causó gran acogida y 40 personas + el chofer partimos aquella discreta mañana 2 de septiembre desde los puntos de encuentro, con sus respectivas paradas para recoger unos cuantos por las vías de Quito. Entonces el transporte gozaba con el jolgorio causado por grupos de a muchos que platicaban entre sí. Un poco de música suave para que algo descansen, pues el camino no era corto pero apenas el cd terminó comenzamos a reconocernos de a dos. Cada quien con cada cual, parejas improvisadas que se conocían y se mostraban en frente de todos, no faltaron los gritos de “beso, beso” desde el fondo, por la compatibilidad sugerida. Allí éramos una mezcla de emociones, universidades, profesiones, signos zodiacales, deportes, voces, sensaciones y demás. Buen tiempo llevo este intercambio que hizo el recorrido corto, más un pastelito “enmorochado”, del agrado de la gran mayoría, un par de kilómetros más en las tan pronosticadas “dos horitas”, un paisaje a los costados de la carretera digno del multidiverso Ecuador, unos vaticinios cortesía de nuestro Oráculo que a vista de palma de mano izquierda presagiaba el particular destino y llegamos a Lita, allá por los arrabales de la renombrada reserva Cotacachi - Cayapas. De ahí cerca estaba la entrada a la otra reserva de amortiguamiento que lleva como nombre “7 Cascadas”. Entonces armados para el sitio partimos en busca de las siete caídas de agua que mostraba el río Chuchubí. En la carretera lucíamos como procesión donde solo faltaban las canciones. Por un sendero escondido bajamos y dimos con la primera cascada, pequeña pero con un bonito vado, nadamos para entrar en calor, el agua cristalina como que invitaba a hacerlo. Seguimos y en la segunda, la piscina natural que se formaba era más grande y profunda por lo que cada cual chapoteaba a su modo. Continuamos la tercera mas alta y amplia invitaba a algunos a lanzarse desde los riscos para acuatizar sobremanera, incluso una chica, para sorpresa de algunos, se lanzaba desde una altura de al menos 7 metros, tomándose su tiempo, como es debido. Avanzamos y otra cascada aparecía, caminando otro trecho otra y luego una más, todas con su particular encanto y sus fosas naturales que eran aprovechadas a diestra y siniestra, pues sinceramente que diferente es nadar en lugares con tanta energía rodeándolos, con el ozono que recarga no solo el cuerpo y la mente, en aquella clara expresión de la biodiversidad como no ponerse a pensar en la importancia de conservar el medio ambiente y los recursos naturales del verde país que nos han legado, que diferente en verdad.
Por el sector de las vías del tren estaban las últimas cascadas disfrutadas al máximo, de ahí el recorrido era por la ruta del tren y cruzando un túnel completamente oscuro y fangoso, a esas alturas ya no importaba el caminar por el lodo, mas bien se lo sentía terapéutico. El circuito entonces nos llevo de vuelta al bus con un pequeño chubasco y de ahí a prepararnos para el almuerzo, de esos con alma de meriendas que nos tienen acostumbrados estas aventuras ecológicas. En Lita el restaurante se vio abarrotado con todos, faltaban sillas, mesas pero sobraba el apetito, menguado solo en parte con esos caldos de gallina criollaenyucados. Así, con paciencia comenzamos el retorno que sin contratiempos nos trajo a Quito nuevamente, bueno lo que explotó la llanta del bus o el cronómetro que nos trajo a destiempo no cuentan. Lo que cuenta es el lugar, la gente que se conoce o se reencuentra y los sentidos reencendidos verdad?

jueves, julio 26, 2007

Un regalo :
Obsequiate a ti mismo 7 minutos para mirar este video. Seguro y te sacude.
Saludos a todos.


domingo, junio 24, 2007

Illiniza Norte, Tercer Desafío.
La cita a tan tempranas horas (5:40 am.) nos permite ver el amanecer quiteño, inigualable es la palabra que se viene a
la mente. Algunos se han dejado tentar por las sabanas y no acuden, intentamos contactarlos pero no hay respuesta así que nos vemos obligados a partir. El grupo cuenta con pocos en número, pero con grandes deseos. Por la panamericana cruzamos Aloag, Machachi y por un desvío entramos a la ruta al Chaupi y por consiguiente a la reserva ecológica Illinizas. Luego de la parte asfaltada el camino sinuoso es sorteado con paciencia por nuestro transporte. El cerro Pilongo a los pies del los Illinizas luce de un color verde intrigante, “Pilongo” singular nombre que causa mas de una broma. Coloridos caballos que aparecen en la ruta juguetean con las yeguas cercanas, solo presos de nuestras miradas. Llegamos a la Virgen a una altura de 3900 msnm. donde dejamos el motoro para calentarnos y alistarnos para la ruta. Ahora cruzamos un bosque de Polylepis con pajonales y cientos de plantas andinas. Los Illinizas se muestran nevados (ambos), así que imaginamos el frío que debe estar haciendo. En la base de los cerros se ve un arenal con una inclinación considerable además de una distancia que mientras lo subimos nos pone a prueba, pero no a todos porque alguno de los nuestros sube y avanza sacando una considerable ventaja. De uno en uno llegamos al refugio “Nuevos Horizontes” donde otros montañistas (nacionales y extranjeros) nos saludan, ¿A ver si recuerdan como se dice “Hola” en francés?. Entonces todos amigables, posan en nuestras cámaras. Ahora estamos a 4750 msnm. y la nieve viste de blanco el lugar. Un invitado tiene problemas con su calzado (toda la suela rota) así que decide regresar. Un descanso corto y nos preparamos para ascender al Illiniza Norte. La nieve es ahora el camino. Avanzamos con cuidado, pues, no queremos tener ningún percance, la niebla en cambio permite, solo de momentos, ver la laguna entre ambos Illinizas. Marcamos un buen ritmo de caminata, donde ver hacia abajo causa mas de un susto, pero con paciencia lo sobrepasamos. La nieve un tanto dura a veces parece estar a favor nuestro, otras nos llega hasta las rodillas, por momentos se gatea verticalmente a diferencia de las que escalamos con recelo por las rocas entrecortadas. Alcanzamos a otro grupo que había partido a la cima cuando él nuestro recién arribaba al refugio (prueba clara del ritmo que se ha impuesto entre todos) y en aproximadamente dos horas gritamos “CUMBRE” a 5126 msnm. Dos grupos más de gente llegan con nosotros e intercambiamos comida y felicitaciones, la cima es un lugar angosto pero nos repartimos bien los sectores, la vista que a ratos se despeja, es increíble, el frío también pues el viento pega desde un lado de la montaña, pero como alguien sabiamente lo pensó y lo tomó textualmente: “ahí estábamos, observando lo que muchos desearían ver y sentir cuando pasan en un recorrido guayaquil – quito o similares, desde una ventana 30x40, deseando cubrir mas con toda su vista periférica, deseando girar, girar sobre si y seguir rodeados de tan majestuoso espectacular arreglo de nubes plumón, montañas, nieve, luz y celeste firmamento”. De común acuerdo se decide comenzar el descenso por el arenal. Por allí parece más confortable, pero no tanto, pues la pendiente es larga y las rocas están dispersas por doquier, entonces sentados o resbalando o saltando descendemos contemplando los valles que circundan el sitio (bellísimos). En un sitio un poco más seguro tomamos un descanso y nos acomodamos plácidamente. Continuamos y nuestro siguiente descanso es un pequeño riachuelo proveniente de los deshielos, donde soberbiamente nos acomodamos a una siesta. El tiempo se hace corto, así que proseguimos por la ruta y casi al salir del bosque de polylepis unos toros aparecen en el camino, con temor los rodeamos y nos dirigimos al transporte que, con el mismo cuidado de la ida, nos lleva de regreso para Quito. El ritmo impuesto, el clima propicio y el diverso lugar ha beneficiado a todos, cabe mencionar que lo hemos hecho en poco tiempo y podemos ver el atardecer de regreso a la carita de Dios, la preparación previa en el Rumiñahui a ayudado sin duda.
Click aqui para ver mas fotos

domingo, junio 10, 2007

Volcán Rumiñahui, Mirador de Volcanes.
6:50 am, interesantes expectativas pululaban aquella mañana, que de buen augurio se mostraba vistosa. Ahora cinco foráneos (gringos) habían sido bienvenidos para acompañar en la excursión. Entonces el grupo en número de 16 (con piloto incluido) era una mezcla de regiones y acentos.
El transporte sorteaba sin mayor dificultad la ruta de entrada al Parque Nacional Cotopaxi, ayudado sin duda por el clima. En el control de acceso los guardias
dudaban de la procedencia extranjera de algunos de nuestros nacionales (curioso asunto). El cucayo en su punto (para el frío y la altura) era bienvenido a estas horas igual que los ánimos de cada uno por contemplar esta ruta, 4710 msnm. no suena tan difícil a estas horas.
Llegamos a la laguna del Limpiopungo
donde recién caemos en cuenta de la energía eólica que cubre el sitio y que causa, además, un frío incondicional, por tanto resolvemos avanzar para rodear la laguna y que las faldas de la montaña nos protejan, una vez allí posamos para la foto del “antes” más un calentamiento pa’ no tener problema con las coyunturas o lo que se les parezca.
Ahora seguimos a paso moderado por los senderos incluso a trekking puro, para tener la oportunidad de
caminar por sitios más vistosos, unos halcones nos sobrevuelan, quizá extrañados de vernos por sus dominios. En un cerro nos juntamos a descansar y algunas exclamaciones de cansancio en ingles y español hacen sinigual el sitio, lo mismo que ese chocolate (de Italia con amor “para toros”) que con galletas resultan exquisitas. Continuamos, la promesa es descansar y almorzar en esa cueva que a lo lejos se ve, entonces la vegetación se muestra estupenda y rodeamos un par de cerros para encontrarnos con una pequeña cuesta con arenales para llegar a la cueva. De uno en uno comienzan a llegar a este bati – lugar, solo con la novedad de que dos chicas han preferido recostar su osamenta en los páramos y darle un saludo al lugar con una ruca, esperando a que volvamos, el resto jadeante y con paciencia llega donde son recibidos por la comida y la sonrisa de los demás.
Ahora se les invita a continuar a la cumbre, solo falta una hora
en promedio, nada sencilla pero muy inolvidable, pues, toca escalar un par de paredes, bordear algunos precipicios, soportar el viento que por este túnel cobra velocidades intensas y llegar a la cima. Muchos prefieren regresar y otros avanzan con cuidado, esto no es tan fácil y necesita de decisión personal, entonces de a poco subimos contemplando lo que queda atrás. Una cuerda se arma desde arriba para facilitar la subida y al fin llegamos los cinco, entre ellos una extranjera que disfruta con asombro, igual que nosotros, del placer de coronar un sitio como estos.
Un par de fotos con abrazos
y comenzamos el descenso, con cuidado claro, pero la tarde esta cayendo y tenemos que alcanzar al resto así que aligeramos el paso. El Cotopaxi se muestra increíble desde aquí he incluso podemos ver claramente como sus glaciares han retrocedido, fiel resultado del problema ambiental mundial y sus consecuencias, de aquel que todos tenemos la culpa y pocos tratamos de hacer algo. Quizá el verlo así nos levante de nuestra comodidad y nos haga poner cartas, en el asunto. “Comodidad”, he ahí un gran problema.
Llegando
al bus la tarde se ha desplomado y nos da gusto encontrarnos con el resto y escuchar las sonoras historias, bajo el cristal de cada uno, de esta aventura, mientras el piloto enfila rumbo a Quito de vuelta a nuestros queridos 2800 msnm. Singular sitio verdad?

domingo, abril 22, 2007

San Miguel y sus Cascadas, un lugar discreto e inimaginable.
En esta ocasión nuestras aventuras publicitarias nos llevaron hasta la radio donde realizamos la invitación en el programa “Quiero hablar de una ciudad
llamada Quito”, de Radio Sucesos, gentil experiencia la entrevista en forma de conversatorio que desde ya avizoraba una grata aventura por esos rincones del noroccidente de la provincia de Pichincha.
En la mañana se complica, en algo, el encuentro con
todos por la carrera de los 5 KM. en la tribuna de los shyris, sin embargo, con paciencia armamos al grupo que ahora cuenta además de la multidiversidad de género, edad y ocupación, con tres pequeños participantes. Partimos y como es costumbre cada uno comienza a contar su lado de la historia, algunos han sido invitados por la singular experiencia de otros, aquellos se llenan la imaginación de expectativa y todos él estomago de esos pasteles color chocolate y vainilla, el camino entre plática y sonrisas es corto. A punto de llegar a San Miguel de los Bancos descendemos del bus equipados hasta los dientes, ahí celebramos con abrazos el cumpleaños de la madre tierra y nos disponemos en fila por el sendero. El clima subtropical de los Bancos hace muy factible la lluvia, que ahora no nos acompaña pero que seguramente los días anteriores han hecho del camino una suerte de lodo piedras y humedad, muchos caen, ruedan, frenan pero nada del otro mundo, tan acostumbrados hemos estado ya a estos menesteres, que preferimos ensuciarnos a lastimarnos, sabia lección.
En la ruta unos toros juguetean con sus cuernos y sus
cabezas, lo que hace que pasemos con cuidado intercambiando miradas con los vacunos, ¿pa ver quien tiene mas miedo?. Avanzamos y las cuerdas son útiles para descender por ciertas partes pero cuando llegamos al afluente del río blanco tratamos de buscar por donde armar el rappel pero, por la altura, se hace imposible, así que volvemos al sendero mas calmo, bueno ni tanto porque la bajada esta fuerte.
Sobre un tronco y una línea tendida nos balanceamos sobre el río hasta llegar a la cascada sin nombre, que por las lluvias tiene un voluminoso caudal, mismo que aprovechamos para juguetearlo junto a su piscina natural en la que vamos adentro y disfrutamos del prana obsequiado. Con paciencia se llega a nado hasta donde la caída de agua vierte un masaje relajante a nuestro cuerpo, recomendable el sitio para despojarse y no solo del stress.
Es tiempo de seguir; se ve un puente medio endeble, cortando de una orilla a otra, al río Blanco que luce temible, entonces con cuidado y en pequeños grupos lo cruzamos, controlando el contoneo del mismo con
nuestro vértigo. Del otro lado prestos y por el verde lugar, fuera zapatos, dos equipos, una misión y a ver quien gana, en un mar de carcajadas y vitoreas.
Salimos a un camino más
accesible y en poco tiempo entramos a otro sendero que nos lleva a la “Cascada del Amor”. Esta luce crecida, amplio su estanque así que unos pocos nos abalanzamos de a zambullida en sus aguas, mientras otros la contemplan con recelo, es posible nadar pero con esfuerzo a pesar de la cuerda que se tiende de un extremo a otro. Sobrio lugar para saber si en verdad sabes nadar y que ganas de no dejar de hacerlo.
Luego de vuelta al camino y en poco tiempo alcanzamos el
transporte que aguarda y nos lleva a San Miguel de los Bancos donde un sabroso almuerzo espera desde las tres de la tarde ya, bienvenido como el solo, por el soberano apetito. De ahí algo de compras que llevar y de regreso para Quito, claro con un par de canarios que permiten ir haciendo relajo al fondo del bus en el “verdad o desafío”.
La madre Tierra
nos permitió compartir su día en aquellos lugares recónditos dando una muestra de sus bríos y sencillez, el verdor ecuatoriano es una muestra de la riqueza multidiversa que aguarda que la redescubras y protejas, que mejor forma de festejar la vida que con vida.
Click aquí para mas fotos

domingo, marzo 25, 2007

El Taita Cayambe, Paradisíaco Volcán.
Cuando Humboldt visitó el Ecuador escribió sobre este volcán:
"Esta montaña puede ser considerada como uno de los monumentos con los cuales la Naturaleza ha hecho una gran diferencia en la Tierra."
Estas palabras resumen con razón lo que nos aconteció en el Taita Cayambe, desde la mañana que partimos el clima se mostró amable. Por posible
s problemas con los chapas y el transporte tomamos la vía Tumbaco – Quinche – Cayambe, en el camino el grupo se iba empatando de adrenalina. Para algunos era su “primera vez”, otros más duchos daban rienda suelta a su escapada del mundo, que básico el apagar el celular y prender los sentidos. Nuestro transporte subía y subía por el camino lastrado mientras se contaban historias y se tejían paisajes. El té de la hierba ancestral fue parte del cucayo porque se hacía necesario el controlar los efectos de la altura. Pasando por la hacienda Piemonte un árbol caído impedía el paso, pero con ayuda de todos lo movimos sin dificultad. Ya en las faldas del Cayambe junto a la virgen se detuvo el automotor, nos alistamos y calentamos un poco, de ahí rumbo para el refugio. A los pies del pequeño riachuelo pudimos observar la placa en honor de los tres personajes que en abril de 1974 fallecieron a causa de una avalancha; por quienes lleva nombre el refugio “Ruales, Oleas Berge”, la cuesta para cortar camino por la Z (forma del camino) y llegar a la cascada de los Mirlos nos preparaba para lo que estaba por venir. El grupo de 31 personas avanzaba con par de tropiezos, pero nada del otro mundo, en cuestión de hora y media estuvimos en el refugio donde se presenciaba visiblemente los efectos del deshielo de los glaciares, de eso que somos todos culpables por el desmedido abuso de los recursos. Alguien decía: “hace 18 años anduve por estos sitios y no saben el brutal cambio que es verlo de esta manera”, solo podíamos limitarnos a imaginar y redescubrirlo.

Ya desde el refugio arrancamos bajo una pálida neblina que aparecía y se esfumaba, ahora era importante mantenernos juntos, la prominente cuesta ponía en aprietos a algunos y la nieve que no aparecía, cuando al fin en un reducto la tuvieron al alcance ni cortos ni perezosos se arrojaron, literalmente hacia ella. Ahí el glacial se mostraba en todo su esplendor y la guía que nos contaba sus historias de prácticas en la nieve y en la zona que ahora no hay. Avanzamos ya estamos cerca de la laguna del glaciar y la vemos de un color turquesa que nos envuelve y nos hace correr hacia ella, dos avezados se meten en sus aguas gélidas mientras que otros la rodean y van a posar con sus máquinas fotográficas junto a los hielos.

En el almuerzo nos juntamos y compartimos la comida en una piedro-casa improvisada, sabe mejor de este modo y el calor que formamos nos hace vivir el momento a esta altura y con esta gente.

Comenzamos el descenso donde una garúa nos acompaña, de a poco todos vamos llegando al refugio donde un tecito pal frío es incondicional, ahora todos somos amigos y parecemos celebrar el esfuerzo impuesto.

Rumbo al bus, la bajada no cuesta nada y conversamos acerca de miles de cosas mientras el páramo continua su función de reserva de agua y mansamente nos muestra de donde viene el vital líquido, unos conejos se cruzan a ratos quizá curiosos a la risas que descienden, llegamos al transporte desde donde comenzamos el regreso a la ciudad, claro pasando por los bizcochos de Cayambe y de ahí a la monótona realidad de encender el celular.

Increíble el sitio, tu presencia y todo lo que se conjugo en ese día.
Aquí mas fotos

domingo, enero 28, 2007

El Encañonado del Río Pita.
El
clima quiteño acompañaba la mañana. De a poco los rostros aparecían en el transporte con grandes sonrisas de timidez y expectativa. La siguiente parada sería entonces el “Trebol” cerca de la “Marín”; ahí se completo el equipo expedicionario que contaba con diversidad de genero, edad, contextura pero con la misma pasión por descubrir.
La ruta para el transporte cruzaba por Sangolquí, Selva Alegre y Rumipamba, ahí hablamos con la gente de la comunidad para los permisos necesarios, muy amablemente nos permitieron incluso cruzar sus fincas, con cuidado pero, pues en ciertas partes cables de electricidad eran
utilizados para impedir el paso del ganado. Saltando continuamos y comenzamos el descenso al cañón del Pita; la inclinación rozaba en partes la vertical el suelo por la lluvia del día anterior no era firme, lo que complicaba el avance, aquí la solución se volvió elemental, una cuerda y a ensuciarse con confianza las posaderas. Funciono, después de la escalera cada uno contemplaba con estupor la distancia bajada.
De ahí, sin temor, el río se mostraba; Cruzarlo era el camino, como la corriente ponía en problemas optamos por la tradición del trabajo en equipo, increíble la fraternidad mostrada por el grupo, las cadenas humanas hacían cómodo el recorrido por el agua. Los retos eran diversos, unas enormes rocas para escalar, vegetación por doquier y el camino contracorriente sobre el Pita.
En una preciosa cascada con el equipo necesario armamos el rapel, al principio nadie se arriesgaba, pero después sobraban voluntarios, incluso uno lo intento por una ruta
diferente y termino completamente mojado. El camino y el tiempo apremiaban así que seguimos. Aparecían diversas y multiformes caídas de agua que destellaban su energía, una y otra y otra vez y diez veces más atravesábamos el río, la temperatura del agua ya no era problema, incluso muchos a fuerza de desequilibrio chapoteaban con prudencia, cabe mencionar que el Pita por causas del calentamiento global a reducido su caudal en un 30% en los últimos siglos, si ahora es así, debió ser espectacular entonces. Las manos se tendían con otras para subir, bajar, cruzar, sujetar, ayudar y apoyar; genial escenario del compañerismo que prima en nosotros pero que normalmente pasa oculto.
Las peñas lucían imponentes, en una de ellas vimos un grupo colgado
con cuerdas que de seguro preparaba la ruta para practicar escalada deportiva. Llegando al puente el camino era bloqueado por alambre de púas que impedía el paso, a estas alturas eso no era un obstáculo, entonces llegamos a una gran piscina natural donde la invitación a la zambullida final despedía la travesía. Por la ruta normal encontramos el bus que nos llevo al lugar previsto para almorzar, donde unas truchas de película gringa nos esperaban. Diverso el grupo y el lugar, que opinas?
Aqui tienes mas fotos